Jesús, amigo mío, hoy elevo mi oración a ti para pedirte por aquellos que has elegido para hacerte presente intensamente y con todo tu amor, tus hermanos sacerdotes. Sé con mi corazón que muchos de ellos viven insertos de tal forma en el mundo, que ya casi no viven el Cielo que día a día les regalas con tu presencia eucarística, real y vivificante. Aleja de sus vidas el murmullo que los cautiva. Renuévales la fuerza para que apuesten a lo justo, y que vivan en justicia de la mano de María. Dales la paciencia que sin duda necesitan, para tolerar a los fieles que se acercan con sus idas y venidas. Infunde en ellos alegría y constancia, y que conserven en sus rostros el semblante que anima. A ti, Jesús, a ti te lo pido, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.